• ¿Cómo valoras la figura del farmacéutico en la actualidad?

Creo que de cara a la opinión pública, nuestra figura no está bien valorada. Muchos ciudadanos nos ven solo como unos dependientes detrás del mostrador, como vendedores de medicamentos y no son conscientes de nuestra formación en el sector sanitario. Es eso, no nos consideran sanitarios.

• ¿Cómo ves el futuro de la profesión?

Hacen falta campañas de educación para concienciar a las personas de que, desde las farmacias, ofrecemos un servicio profesional, aunque es verdad que eso muchas veces depende de cada farmacia, de su equipo y su forma de trabajar.

• ¿Qué es lo bueno que tiene trabajar en una farmacia de un entorno rural?

Es más cercana, más accesible, es su único medio para acceder a los medicamentos, a consultas menores. El trato que tenemos con los pacientes depende de cada uno, de cómo se interactúe pero también depende de los pacientes, porque algunos creen que saben mucho más que nosotros y no se dejan asesorar. Creo que si fuéramos médicos o enfermeros nos verían de otra forma, sobre todo, las personas mayores. Para ellos, la figura del médico es la que manda. En cambio, los jóvenes confían más en nosotros.